domingo, 19 de junio de 2016

Saldar cuentas con la almohada

Hay veces que la noche decide no darte descanso, te ves en un callejón oscuro emboscado por la almohada. Te hace confesarlo todo,a punta de cuchillo, aprovechando que el cerebro medio dormido no puede lanzar esas esquivas excusas. No puede parar el frío acero con esos "no hay tiempo", " no había tiempo" o "ya habrá tiempo", no puede poner esos tramposos salvavidas "última vez", " en realidad no quería", "no me apetecía tanto", " la próxima será mejor"...

No, el cuchillo penetra dispuesto a abrirte en canal, dispuesto a dejar al corazón sangrar cada secreto, cada pregunta que guardaste bajo llave porque la respuesta te podía no gustar. Esas simples preguntas, que sin estar alerta, a quemarropa derriban vidas. 
"¿eres feliz?" 
"¿De verás lo estás intentando?" 
"¿Te sientes bien?" 
"¿Has sido lo que querías llegar a ser?" 
"¿Has hecho lo que querías hacer?"

Y el cuchillo se hunde, y tú sangras, y lloras, y acabas confesando entre gritos todas las respuestas que queman... Hasta que quedas hecho un ovillo con una bola de demolición en tu estómago que destroza todos los castillos en el aire...

No importa cuánto tiempo te quedas inmóvil, al final siempre es lo mismo, tarde o temprano toca moverse. Y ahora viene lo bueno, convertir ese desastre lleno de escombros, esa vida que se ha quedado patas arriba, como si alguien la hubiese lanzado por los aires cuando estaba desprevenida, esa vida desorientada, en algo que merezca la pena y la alegría. Toca coger papel y boli y dibujar otros castillos en el aire que merezcan la pena conquistar. Pensar en si quieres ser ese personaje de libro que tiene esa confianza o ese ego para dejar su huella en el mundo, o por el contrario estás demasiado cansado y prefieres dejarte arrastrar por el tiempo confiando en que te deje en un buen lugar mecido en una dulce, fácil y monótona rutina...

Yo ya lo he decidido. 

Yo elijo VIVIR. Así en mayúsculas. Elijo apretar los dientes y empezar a conquistarlo todo. Elijo la VIDA en mayúsculas. 
Con su sudor, su esfuerzo y una almohada que no pueda reprocharme nada porque lo di todo. 
Con su placer, sus caricias que más que acariciar la piel, la tatúen con recuerdos inolvidables.
Con mi gente, que son los mejores escuderos y compañeros para cualquier aventura que me proponga, cualquier castillo que se quiera conquistar y cualquier dragón con el que haya que pelear.
Con experiencias que se graben a fuego, con recuerdos que dejen cicatriz, que al pasar los dedos y sienta su relieve no pueda evitar que la felicidad atraviese mi cara de lado a lado en forma de sonrisa.