domingo, 30 de octubre de 2016

Valencia

¿Qué puedes dar cuando debes una ciudad?

A Valencia le han crecido manos a las que arranco todos los abrazos que puedo. Le han crecido dedos, caricias, besos...
Valencia ahora tiene bares con recuerdos impermeables al tiempo, que pase cuando pase, sonreiré al verlos.


Las torres de Quart guardan un teatro al que no llegué a pasar, pero que a cambio me dio una tarde de palabras que llevaban un alma invencible, podía tener las alas alquitranadas, pero tenía alas. 

Afortunada la persona que es conquistada discretamente, bajando las defensas poquito a poquito, siendo el corazón el primer convencido, el que abre las puertas de la ciudad y la rinde a lo que tenga que pasar. 
Afortunada la persona que no es conquistada a fuerza de una pasión que derrumba todo y cuando quiere reaccionar son todo ruinas, que no tiene más remedio de hacer su corazón inmortal y rodearlo de una coraza para poder escapar del fuego y empezar de nuevo. 

A Valencia le han crecido pequeños futuros, pequeños planes, aquel teatro, aquel cine... A Valencia le ha crecido un poquito de hogar, le ha crecido un poco de casa. 


Valencia para mí lleva tatuajes, piercing y fuma, Valencia es algo que nunca pedí, pero tiene mucho de lo que siempre quise. Valencia es impredecible, Valencia es curiosa.


Valencia me ha dado perspectivas para disfrutar de rinconcitos del mundo que antes no sabía disfrutar. 
Valencia me ha dado libros, me ha dado la ópera, me ha dado horas de música... 


Valencia me ha dado sensibilidad, me ha dado conciencia, me ha dado viento y me ha dado una veleta, me ha dado un enemigo, una guerra y la brecha, me ha dado un "¡Despierta y a pelear!"

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