viernes, 17 de abril de 2015

Destino y Camino

Los tenhentuines es una tribu indígena de América Central, una tribu perdida y olvidada de las tierras de Guatemala. Son escurridizos y sabios, se dice que son la memoria del mundo y tienen la historia de la creación, que saben el secreto del tiempo, la vida y la muerte... Llegó a mis manos un día una leyenda que os voy a contar.

Cuenta la leyenda que cuando el mundo fue creado, había mil paisajes, desiertos, bosques y selvas. Todo lo que Imaginación fuese capaz de crear. Entonces Imaginación creó a los animales, creó seres de todos tipos. Seres de dos patas, de cuatro, de seis e incluso de mil o más. Creó seres con aletas, con alas, con pico, con boca... 

Creó seres hasta que la imaginación cayó exhausta, entonces quiso dejar de trabajar y ponerse a jugar. Quiso bajar al mundo y disfrutarlo. Se dice que entonces la imaginación se partió en mil pedacitos pequeños, irregulares, de mil rasgos distintos. Así creó a personas blancas, negras, amarillas... Las creó gigantes y chiquititas, las creó de ojos grandes y ojos rasgados... Creó a mil personas distintas. Imaginación jugó en cada paisaje y con cada animal, visitó cada horizonte hasta alcanzar el último de ellos. Entonces Imaginación no supo qué más hacer, no tenía un objetivo, no tenía un Destino. Imaginación pensando y pensando sin darse cuenta de su poder, creó a Destino en los cielos.

Destino era un abuelo cascarrabias que vivía en los cielos. Estaba envuelto siempre en una manta caldeándose cerca del sol. Destino, al ver a los humanos, algunos aburridos y a otros a su libre albedrío, decidió que eso no podía ser, hacía falta orden. Destino de su manga sacó una baraja de cartas perfectamente ordenada y cada vez que revelaba una, dictaba la suerte de los hombres. Los hombres al principio agradecieron el orden, estaban hartos de estar a su libre albedrío.

Los humanos y Destino se dieron cuenta de que había seres aburridos que habían vivido todo. Ya no había cosquilleo, no había excitación de ninguna primera vez, todos eran demasiado mayores y ya habían hecho todo... Entonces Destino atrapó la oscuridad de la noche, le pidió a la imaginación de los hombres que creara el miedo y encerró a ambos en una carta, Destino creó a Muerte. 

Así siguió rígida la suerte de los hombres, sin posibilidad de lucha en toda su vida, hasta que salía la carta de su muerte. Los hombres sin posibilidad de cambiar su suerte, dejaron de pelear, se acabó la excitación de la vida, porque todo les venía dado. Si eran afortunados o desafortunados no dependía de ellos. Todos los hombres echaron de menos la vida con desorden, con libre albedrío, y así todos imaginando una vida distinta crearon a Camino.

Camino era un niño que jugaba saltando de lado a lado del Sol, amaba jugar, amaba saltar, amaba la alegría. Era eso, un niño... Camino cansó al abuelo Destino en muy poquito tiempo, quien sin querer acabó rendido al sueño, era mayor y ya mucho había trabajado. Camino con su espíritu inquieto cogió la baraja a Destino. Se aburrió en seguida de revelar las cartas ordenadas, y pronto empezó a desordenarlas, a revelarlas al azar saltando alegre de lado a lado del sol. Hasta que en un salto tropezó y la suerte de los hombres acabó en la hoguera hecha cenizas. Camino despertó a Destino quien vio entre el cabreo lo que pasaba...

Desde entonces, cuenta la leyenda que los hombres pueden dibujar su propio camino en las cenizas de destino. Cuenta la leyenda, que como no hay quien queme o mate a Muerte, si en esas cenizas no se dibuja ningún camino, va a apareciendo Muerte con su sonrisa, que cuando esta se completa Muerte se lleva una vida. Porque total, alguien que tiene una vida aburrida, o ha vivido demasiado y no le queda qué hacer, o se está perdiendo vivir, y vivir sin duda es lo mejor de la vida.

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