martes, 21 de julio de 2015

¡La tita es una pirata!


- Me alegro de que ya estés en casa hermanita – lo dije de verás con alivio, con lágrimas de alegría vibrando en los ojos mientras recogía las huesudas manos de Julia entre las mías. La quimio la había dejado en los huesos, era una sombra de su alegría.

-¡Titaaaa! – su hija, su pequeño tesoro de 5 añitos, que entró en la cocina guiada por las voces de la conversación, se paró en seco al ver a su tía. Aunque la había preparado diciéndola que su tía vendría a casa a descansar porque estaba cansada de un largo viaje, en el que había adelgazado mucho, su hija se quedó paralizada.

Superada la impresión, se acercó y se fundió con su tía en un largo abrazo. Con esa curiosidad infantil que supera todo protocolo, preguntó:  - Tita, ¿por qué llevas ese pañuelo? – Julia la miró a los ojos desconcertada, llevaba tanto tiempo peleando, que se había olvidado de ese maldito pañuelo. Se quedó congelada.

Miré a mi hermana con ternura y, luego, con una amplia sonrisa, contesté a mi hija: - ¿Hija? ¿Te acuerdas que desde hace algún tiempo me preguntabas por qué estaba triste? – Mi hija asintió sin entender. – Pues verás, mi alegría se fue, me la quitaron. Pero Tita Julia, cuando se enteró, se ató un pañuelo a la cabeza y fue mar a través detrás de los malechores. Vestida de pirata acabó con todos, y hoy, hoy me ha traído mi alegría de vuelta…   

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