sábado, 24 de enero de 2015

Llegó como un huracán revolviéndolo todo...


Yo ya me había olvidado de lo que era querer con mayúsculas, de que se me escapara el corazón del pecho, de besar a alguien por necesidad incluso más que por deseo. Intenté se más macho, más bravo, más lanzado. En definitiva, ser quien no soy, beber hasta sacar al otro, a aquel tío que es más animal que hombre, a aquel que balbucea más que hablar, pero que sí tiene una polla más guerrera que a la mínima falda se envalentona sin preguntarse muy bien qué historia, qué gusto o simplemente qué persona hay detrás de unos labios... Afortunadamente para todos, un tío que sólo balbucea no suele conseguir nada. En cualquier caso, me veía yo en ese experimento de reducir poco a poco las dosis de alcohol para sacar más a menudo a ese macho, que poco la importan las mujeres y mucho los coños, cuando llegó ella...

Se coló a base de "cariños y cielos qué tal hoy?", de su energía, de su no parar, ¿sabéis lo difícil que es encontrar a una mujer que le guste hacer casi de todo? ¿Y lo que no, le gustaría probarlo? (esta vez no hablo de sexo). En fin, impresionante, una de esas que uno espera mucho tiempo, que pides en secreto y hasta en bajito cuando estás solo a las estrellas fugaces y a las tartas de cumpleaños. Supongo que todo era genial...

Fuimos a cenar y después la besé. La besé con ganas, la besé esperándolo todo, la besé esperando las llamas y la primavera, la besé esperando arder, la besé como en las películas, con esa cara de idiota incluida... Pero no llegó nada de eso, simplemente no estaba enamorado, lo que llegó fue un beso tras otro, sólo eso...


Obviamente se lo dije, no estoy enamorado (supongo que la ilusión hizo que no lo viera antes, lo siento), el hombre que soy normalmente es romántico y coherente, creo que lo mejor que podía hacer es evitar que perdiera el tiempo conmigo. No le iba a dar mi corazón, ni a quedarme y cuidar el suyo, que es al fin y al cabo lo que andábamos buscando.


Hasta ahí parece todo lo "más normal", lo más correcto. Hasta que efectivamente se fue, y se fue como el mar dejando a la vista todo lo que había traído con su marea, y sus maneras. Los cariños, los cielos, lo querido que me sentía y la importancia que me había dado. Cada beso, cada abrazo y su olor. Y yo como buen idiota al que le quitan la pelota volví a por ella, y ella con buen uso de su orgullo, me rechazó. 

No estaba enamorado y aún así la echo de menos. Me recordó todo lo que no tenía... Me recordó el cuerpo que me falta para acariciar, o las manos que me sobran para lo mismo. Me recordó los labios que están hartos de hablar, que ya les parece extraño lamer y besar. Me recordó que una cama es demasiado grande para una persona. Me recordó la piel de gallina, los gemidos, que mi boca también puede traer la primavera a un cuerpo de mujer, hacer que sus pechos crezcan, que de su sexo brote el agua que haga que se humedezca. Me recordó que tenía alas como cualquier otro, y lo mejor, me recordó que follar con un coño no ME hace volar, que YO para volar, tengo que amar a una mujer.

Llegó como un huracán revolviéndolo todo, se fue como la marea, dejando a la luz todo lo que había traído.

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