sábado, 21 de febrero de 2015

Declaración de intenciones.

Pienso exigir la mitad de lo que doy, tres cuartas partes de lo que pides y todo lo que exiges. No es mucho y aún así hay quien no cumple.
Que yo hago el indio bailando por la luna, si alguna vez me visita llena, quedándose conmigo toda ella. Que no hay quien haga el indio por una luna que siempre se queda invisible, nueva, hueca... 
Para eso bailo por las estrellas fugaces que con cada vista me dejan un deseo, un regalo, un sueño. 
Y desearé un corazón nuevo, que no sepa de constelaciones, de lunas, ni bailes. Que sepa de ignorarte sin mirar si caes por el rabillo de ojo, sin preocupaciones por tu nombre. Un corazón de un hombre despreocupado, con la libertad de quien no necesita atender a nadie, sin necesidad de respuestas que le guíen cómo sentirse. 
Un corazón con una brújula que haya perdido el norte y se distraiga cazando momentos que quitan el aliento, aliento robado usado para crear vendavales que revuelvan la alegría, con la felicidad, con pura energía... Que de esa mezcla nazca una perenne sonrisa que sólo se rompa para liberar carcajadas sacadas de viejos cuentos, de esas que sólo conocen los niños antes de conocer la timidez,la vergüenza y el miedo. 
Esas carcajadas que están detrás esa magia de "escudo para siempre", de "hielo" y de ese encantamiento de dejar todo lo malo fuera de la cama, si rápido se sube la manta hasta la cabeza.
Así que aquí me presento de nuevo, con ese corazón indomable de saberse su única guía, con esa perenne sonrisa y con esas carcajadas mágicas rescatadas de la infancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario