domingo, 15 de febrero de 2015

Y tendrás siempre ese brillo especial de un primer amor...

Y tendrás siempre ese brillo especial de un primer amor. Uno de esos que llegan para provocar el deshielo de todo el odio, el rencor y la resignación a estar solo, que rodean un corazón en letargo. 
Uno de esos que cuando vuelven a una vida tienen esa habilidad especial para desordenarla, siempre tienen esa habilidad para descolocar a uno y hacerle pensar en un mundo paralelo, donde todos los "y sis" confabularon para que acabáramos juntos. Y entonces se abre esa terrible brecha en forma de  pregunta: - ¿habría sido mejor así? ¿Habría sido más feliz? - y llega una débil tregua, una débil concesión hasta la siguiente embestida: -ni mejor ni peor, distinto.-
Así embestida tras embestida, rezando para que ninguna sea la definitiva, y no te haga zambullirte en un caos de preguntas para reconstruir los cimientos de una vida que te acaban de demoler y dejado hecha pedazos.  
Uno de esos amores de los que sacas fuerzas, a los que vuelves cuando se pone pesada la soledad, porque sabes que aunque sea un amor viejo siempre huele a algo fresco. Es por lo que está ahí siempre, porque fue el único que cuando te desenamoraste, tenía razones para sostenerse. 
Porque fue el único amor que tuvo la originalidad de inventarse una razón más cada día, porque fue el único que tuvo la ocurrencia de inventarse cada día un sentimiento nuevo para no caer en la rutina...

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