lunes, 9 de marzo de 2015

Es de bien nacido ser agradecido...

Dos brazos fuertes para mantenernos arriba, es el hombre que pone la red en el circo, nadie se acuerda de él hasta que las cabriolas de los trapecistas de sus hijos salen mal, y ahí está su red para salvarnos las piernas, la crisma o la vida. 
Está en la sombra tejiendo su red a la escucha, soltando algún chascarrillo o lanzando alguna mirada. Es el hombre que suelta una broma en el momento no indicado, pero esa broma es la que distrae a la mano que maneja la pistola dispuesta a pegarse un tiro.
Mi padre es el hombre que llora solo, porque ha asumido el desagradecido papel de poner esa desquiciante sonrisa de tranquilidad en público en los momentos tensos, pero es esa sonrisa la que evita que acaben todos locos tirándose de los pelos. 
Mi madre puso las luces, puso el escenario, puso el público y las risas. Mi padre nos adiestró para no caernos, para ir más allá que el resto. 

Sin mi padre no hay espectáculo, sin mi madre el espectáculo en nada se queda. 
Mi padre son la velas barco, mi madre el viento que hace que se mueva. 
Mi madre es ese grito de ánimo que te hace desviar la mirada de la toalla, decidir que no vas a tirarla y seguir pegando y recibiendo golpes como si no hubiera mañana.
Mi madre es ese beso de buenas noches que te asegura una noche tranquila, te borra lo malo del día, te graba lo bueno, te da fuerzas para comerte el día siguiente entero. 

Mi padre nos enseñó los trucos, pero mi madre puso la magia. 
Mi madre es bruja y tiene un séquito de duendes a su servicio. Mi madre con su magia hizo días inolvidables a base de piñatas y regalos, a base de besos y abrazos, de desayunos, de música y canciones desde por la mañana. 

Mi madre y su séquito de duendes tuvieron siempre ese desagradecido papel de agarrar las riendas del carro. En el cuento es ella y su séquito la que es capaz de mantener despejados de hierbas los caminos, de mantener el sol en el cielo y de mantener brillante y limpio el castillo, tal y como debe ser un castillo de cuento. Y aún así es capaz de llegar a su escena con una sonrisa de oreja a oreja para convertir una calabaza en carroza con una pizca más de su magia.
Mis padres, la mejor pareja, de tanto tiempo juntos hay veces que se cambian los papeles, hay veces que los mezclan o crean algo nuevo.
Supongo que esa es la magia de mis padres, haber conseguido resolver sus vidas en tiempo récord, y aún así sacrificar cada uno un ojo para mantenerlo siempre atento a las necesidades de sus hijos. 

Podrían subir a un podio y recoger entre los dos todas las medallas del mundo, y en vez de eso han decidido coger papeles poco agradecidos para facilitarnos la vida a nosotros, sus hijos.
Bueno esto no llega a una mínima parte de lo que se les debe, pero al menos que se note que me enseñaron bien eso de que "es de bien nacido ser agradecido".

2 comentarios:

  1. Preciosa descripción de una parte vivida.
    Agradecidos deberán estar los que te dieron la vida por esta muestra de cariño.
    No dejes de escribir, yo te sigo .....

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