sábado, 21 de marzo de 2015

Que sí, que estar solo no está tan mal...

Que sí, que estar solo no está tan mal. Que puedes hacer lo que quieras a todas horas, que puedes ir y venir a tu antojo, y a tu antojo lo mandas sólo tú. Que tu antojo ya no juega con el fuego de su recuerdo cada minuto, que ya no se quema jugando pensando en cómo le gustaría despeinarte la melena, comerte el cuello o beberte los labios hasta dejártelos secos.

Que sí, que estando solo eliges peli. Que las ves hasta el final y hasta te aprendes lo diálogos. Pero la verdad, echo de menos perderme en los surcos y renglones que me cuente su sonrisa, y pasar de todo lo bonito y bueno que haya escrito un guionista. Que sí, el guionista habrá ganado hasta un Óscar o un Goya, dejándose en el guión parte de su historia. Pero yo para sacar esa sonrisa me he dejado las yemas de mis dedos en cada caricia, me he dejado el alma en cada susurro en su oído, y me he dejado la vergüenza y me he cogido el vicio, cuando ya un poquito más loco, me he olvidado de los susurros, y juguetón, la he mordido.

Que sí, que estar solo no está tan mal. Pero ahora me sobra confianza con mi cuerpo, porque antes esa confianza la tenía para dos. Mi cuerpo era de los dos y el suyo también, y sabíamos cómo tocarlo, cómo afinarlo para que sonara a la perfección, cada escala desde el formato grito al formato gemido.
Ahora a mi cuerpo, o le falta piel que acariciar, o le sobran las dos manos que la acarician.
Que sí, que estar solo no está tan mal.

Pero a mí qué queréis que os diga,
a mi tanta libertad me sabe a cárcel y castigo.
Una cárcel es todo sitio donde no quieras estar.
Por mí, que llenen el mundo de cuartos con rejas,
pero a mí que me dejen libre encerrado contigo.

Seas quien seas querida Contigo...

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