jueves, 7 de mayo de 2015

Están invitados al castillo todos los locos

Y toca época de cambios, lanzar una moneda, rezar para que caiga de canto. Volar saltando de nube en nube hasta ese castillo que monté en el aire. Pueden abrirme y recibir a su fundador entre fiestas y más homenajes. O pueden acuartelarse la pereza, el miedo, con todos esos soldados comandados a la orden de "No puedes", "es difícil", "no te ilusiones". Si es así preparaos, porque empieza el asedio. 
Ese castillo es mío por derecho de ilusión, por cada almena que he construido, cada vez que estaba en un sitio que no me gustaba, a mi gusto y estilo. Que ahí arriba, todo está hecho de caramelo, y no por ello es menos cierto. 
Que por cada piruleta yo llevo una hora menos de sueño, llevo un gramo menos de alegría en una vida que no quería, llevo una hora más frente al ordenador, llevo una hora más cazando palabras para formar un libro que me guste,  que os guste. 
Me llamaron loco y así viví, a lo loco, quemé los barcos antes de llegar a tierra, nadé con una mano delante y otra detrás, tapándome una desnudez que me dejaron las prendas de ropa que perdí con cada error.
Perdí los zapatos porque me molestaban para bailar, correr y saltar. Perdí el traje porque nunca fui muy formal. Perdí el sombrero al quitármelo para rendir honores a quién no debía. Ahora voy al estilo honesto de Don Latino, me quito el cráneo y dejo a quien se lo merece ver el vuelo de las criaturas que me rondan por dentro. Mis ángeles, mis demonios, mis fantasías, mis miedos y mis sueños.  
Así voy ahora, loco y desnudo por el mundo. Pero feliz, bailando, corriendo y saltando, y mostrando a quien se lo merece, todo lo que me corre y me mueve por dentro, quitándome gentil mi cráneo. 
Soy un señor, mi castillo estará en el aire, pero eso no me hace menos rey. Están invitados todos los locos de atar que se hayan desatado, que como yo, les haya dado por inventarse que pueden volar.

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